domingo, 14 de agosto de 2011

Videos explicativos


1-Fe y Ciencia



2-Ciencia y fe, complementarias

3-Origen de la vida 

(Teoría de Oparin y experimento de Miller)


4-Seleccion Natural






¿La Evolución hace a Dios innecesario para explicar el mundo?

         
El evolucionismo es, sin duda, la teoría científica que más debates filosóficos y teológicos ha provocado en toda la historia. 
Cuando hablamos de evolución solemos pensar en Darwin y en su obra El origen de las especies en 1859. Pero, la idea de que somos consecuencia de mutaciones azarosas y la selección natural actuando durante miles de millones de años, no encaja con la presunción de las religiones de que el ser humano es el fin de la Creación. 

Hay muchos creyentes que temen que la evolución sea verdadera.  Esto se debe a que el evolucionismo ha sido utilizado desde hace tiempo, y continúa siendo utilizado en la actualidad, como un arma para combatir el cristianismo, como si las teorías evolucionistas hicieran innecesario e incluso imposible admitir la existencia de Dios; por tanto, es importante mostrar que no existe incompatibilidad entre las teorías científicas de la evolución y el cristianismo. Ayala añade que la mayoría de los escritores cristianos admiten la teoría de la evolución biológica, menciona que el Papa Pío XII, en un famoso documento de 1950 (se trata de la encíclica Humani generis), reconoció que la evolución es compatible con la fe cristiana, y añade que el Papa Juan Pablo II, ha repetido la misma idea. Teniendo en cuenta las precisiones anteriormente señaladas y remitiendo de nuevo a la enseñanza de Pío XII, Juan Pablo II enseñaba en su catequesis, en 1986:

"Desde el punto de vista de la doctrina de la fe, no se ven dificultades para explicar el origen del hombre, en cuanto cuerpo, mediante la hipótesis del evolucionismo. Es preciso, sin embargo, añadir que la hipótesis propone solamente una probabilidad, no una certeza científica. En cambio, la doctrina de la fe afirma de modo invariable que el alma espiritual del hombre es creada directamente por Dios. O sea, es posible, según la hipótesis mencionada, que el cuerpo humano, siguiendo el orden impreso por el Creador en las energías de la vida, haya sido preparado gradualmente en las formas de seres vivientes antecedentes. Pero el alma humana, de la cual depende en definitiva la humanidad del hombre, siendo espiritual, no puede haber emergido de la materia".

En 1996, Juan Pablo II dirigió un mensaje a la Academia Pontificia de Ciencias, reunida en asamblea plenaria. De nuevo aludía a la enseñanza de Pío XII sobre el evolucionismo, diciendo que:

"Teniendo en cuenta el estado de las investigaciones científicas de esa época y también las exigencias propias de la teología, la encíclica Humani generis consideraba la doctrina del «evolucionismo» como una hipótesis seria, digna de una investigación y de una reflexión profundas, al igual que la hipótesis opuesta".
Hoy, nuevos conocimientos llevan a pensar que la teoría de la evolución es más que una hipótesis.
Veamos los siguientes videos:
  • EVOLUCIÓN: Concepción Religiosa vs Teorías Evolutivas 
  • La doctrina de la creación no contrasta con la ciencia
En conclusión, la reflexión cristiana acerca del evolucionismo permite comprender que la evolución puede formar parte de los planes de Dios. Si nos situamos en una perspectiva evolutiva, la evolución puede contener muchos sucesos que para nosotros son aleatorios o casuales pero que, para Dios, caen dentro de su plan. El proceso evolutivo supone la acción divina que da el ser a todo lo que existe y hace posible su actividad. El origen evolutivo del organismo humano puede entrar dentro de los planes de Dios, porque suponer una acción divina que dirige cada paso y es complementado con la intervención especial de Dios que crea el alma espiritual en cada nuevo ser humano. La Iglesia no pretende intervenir en las explicaciones estrictamente científicas sobre la evolución, porque no es su misión; lo que pretende subrayar con sus enseñanzas es que todo en la naturaleza cae bajo la acción divina y, de modo especial, que el ser humano es objeto del plan divino de la creación y de la redención. Con su enseñanza, la Iglesia proporciona la clave para comprender que un proceso natural que podría parecer ciego y carente de sentido puede ser, en realidad, parte de un plan divino de amor y de salvación que llena de sentido a toda la existencia humana, también a la actividad científica.